ANTECEDENTES

A la llegada de los romanos al N.O. peninsular encontraron la presencia de dos hechos culturales destacados: la cultura viva de los habitantes de los castros, y la cultura prehistórica de las mámoas de origen megalítico.

MAMOA DO REI

La Cultura Megalítica del N.O. penínsular
El N.O. peninsular formaba parte de una misma zona megalítica, datada entre el VI milenio y el año 2000 a.C. Posee una arquitectura, organización social y un sistema de creencias muy homogéneos. Se caracteriza por la abundancia de yacimientos y revela la existencia de una población numerosa y dispersa.
Los monumentos más abundantes y característicos son los dólmenes, estructuras funerarias con una cámara principal, y a veces con corredor y coraza, construidos con grandes piedras clavadas en el terreno y cubierta por otra o otras. En el interior de la cámara acostumbran aparecer grabados o pinturas de función simbólica sobre un fondo blanco homogéneo que cubre el interior.
Los dólmenes estaban parcial o totalmente cubiertos de tierra, formando una mámoa de planta circular o ovalada. Las mámoas aparecen en el paisaje como montículos de formas suaves y redondeadas parecidas a las mamas femeninas (de donde cogen el nombre) y son, por lo general, visibles a larga distancia.
La función de estos túmulos era los enterramientos colectivos, ya que los muertos eran acompañados de sus alimentos, armas, útiles, adornos e ídolos y colocados en su interior.
Estos túmulos se distribuyen uniformemente por todo o territorio y aparecen tanto a escasos metros da costa como en las altas montañas orientales.
Las mámoas prehistóricas comparten su estructura con muchos enterramientos antiguos, sin ir más lejos, con el mausoleo del emperador Augusto, construido en el mismo momento en que éste conquista todo el N.O. peninsular.


MAUSOLEO DE AUGUSTO

La Cultura Castreña
La cultura castreña fue una cultura protohistórica que se desarrolló en el noroeste de la Península Ibérica desde finales de la Edad del Bronce (siglo IX o VIII adC.) hasta el siglo I. Su característica más notable son los poblados amurallados conocidos como castros (del latín castrum, campamento), de los que toma el nombre. Su área de extensión llega hasta los ríos Navia y Tua por el este y el Duero por el sur.
A este componente precastreño se sumaron influencias culturales centroeuropeas (celtas), atlánticas y mediterráneas. En el lento período formativo, que duraría hasta el siglo V adC., los castros se fueron extendiendo de sur a norte y de la costa hacia el interior. Esta cultura se desarrolló a continuación durante dos siglos y comenzó a ser influenciada por la cultura romana en el siglo II adC., continuando en forma de cultura galaico-romana después de la conquista y hasta los siglos III o incluso IV.
La economía castreña tenía una base agrícola (cereales como el trigo, el mijo, la avena y la cebada, leguminosas como las alubias y los garbanzos, berzas, nabos, etc.) y ganadera-pastoril (vacas, caballos, ovejas, cabras y cerdos), pero también se practicaban la caza (ciervo y jabalí), la pesca (pescadilla, maragota, jurel), el marisqueo y la recogida de frutos (avellanas, bellotas). Existía la minería (oro, estaño, cobre, plomo y hierro), la metalurgia y una cerámica regional, la cerámica castreña. La orfebrería tiene raíces en la Edad del Bronce y fue recibiendo influencias centroeuropeas y mediterráneas. Las alhajas más características son los brazaletes y los pendientes. La escultura se dio más bien en la parte sur del territorio. De entre las armas destacan las espadas o puñales "de antenas".
El panteón religioso indígena era numeroso, como revelan las inscriciones de época galaico-romana, y se completaba con cultos o ritos relacionados con fuerzas, elementos o manifestaciones de la Naturaleza. Se desconocen los ritos funerarios, ya que no se han encontrado ni enterramientos ni incineraciones.
Fuente:http://es.wikipedia.org/wiki/Cultura_castre%C3%B1a

En el arte castreño se registran manifestaciones escultóricas, principalmente coincidiendo con la fase de romanización plena. Por un lado existe una decoración arquitectónica con motivos geométricos en frisos y vanos, remates circulares en forma de rosetas, o trisqueles. En este sentido hay que destacar las denominadas pedras formosas, piezas en ocasiones muy decoradas que forman parte de estructuras arquitectónicas complejas y que han sido interpetadas como baños. Por otra parte se encuentra la estatuaria con imágenes de guerreros, cabezas humanas y zoomorfas, figuras sedentes y relieves.
Otro elemento significativo de este arte lo constituye su orfebrería. Aquí se recurre al bronce, el oro y la plata para realizar objetos de adorno personal y complementos de la indumentaria: torques, brazaletes, arracadas, diademas, collares, hebillas, alfileres... Los motivos geométricos son similares a los que se encuentran en la escultura o la cerámica y sólo de manera esporádica aparecen figuras muy esquemáticas de animales. La técnica se depura con el recurso a la filigrana o al granulado.
Fuente:http://www.xunta.es/galicia2003/es/03_01.htm

Fue hacía el siglo I aC. cuando la cultura castreña del N.O. peninsular empezó a recibir una fuerte influencia de la cultura latina. Se ha podido comprobar en los yacimientos de los castros como en esta época cronológica sufren una radical transformación en su desarrollo urbano, y como los asentamientos de nueva creación, desde la época de Augusto en adelante, atienden a nuevas ordenaciones cercanas a la cosmogonía latina y etrusca en la que se basaban las ciudades y campamentos romanos.
A la vez se extienden entre las representaciones simbólicas castreñas elementos que comparten no solo con los pueblos de atlánticos, sino también con el romano.

Las Pedras Formosas, pertenecen en su totalidad a este momento cronológico, son edificios levantados a partir de finales del siglo I aC. y emplazados en el exterior de estos “nuevos” castros de influencia romana. Su ornamento atiende a una simbología común a los pueblos europeos, incluso los latinos.
Además su estructura recuerda la disposición de los dólmenes megalíticos más completos, que aunque de cronología muy lejana, estaban presentes de forma muy destacada en el paisaje callaeco y en la memoria de sus habitantes.